lunes, 15 de julio de 2013

Miedo al olvido


En estos momentos siento cansancio y miedo al olvido. Es realmente agotador tener que desmenuzar la realidad que existe tras el bombardeo de noticias y declaraciones de los políticos. Éstas son variadas y en su mayoría tramposas, algunas surrealistas, otras absurdas e incoherentes, muchas directamente inciertas. Cuando todo se niega hasta que es verdad y el cinismo impera, cuando se inventa un nuevo lenguaje en el que recorte se traduce como ajuste, empleado en un centro privado como funcionario de la casa, relación contractual como despido diferido y documentos presentados como rumores, cuando se piensa que, en general, la gente es estúpida, uno ya ha agotado la indignación, el estupor, la rabia y la impotencia. Ahora queda claro que la verdad se intenta vencer con la mentira repetida, porque lo que más se hace oír parece quedar como lo cierto. Ahora la responsabilidad política sólo se puede determinar por el dictamen de un juez.  Es todo tan repetitivo que reconozco mi dificultad para sustraerme del torbellino al que nos arrastra la desinformación.

Tras toda la información aportada sobre el asunto Bárcenas me niego a observarlo como un simple incidente, como una actuación personal de un sinvergüenza (al que todos apoyaban hasta que la fuerza de los documentos dejó en evidencia a las falacias). Aquí me parece el asunto tan simple como grave. Una serie de grandes empresas pagaron un dinero fuera de las condiciones legales a un partido, cuyos miembros utilizaron tal dinero para su propio disfrute. Estas grandes empresas, por supuesto, no tienen fines altruistas al aportar estas cantidades. Es una inversión más y muy lucrativa. Aporto un dinero que luego me será devuelto en mayor cantidad a través de suculentos contratos con mis empresas. Todos muy legales, por supuesto, se cumplen los pliegos de los concursos, otra cuestión de mucha más dudosa ética es si las condiciones de éstos no estuviesen hechas a la carta. En definitiva, ese dinero que acaba en manos de unos pocos tras ser comprados otros con la capacidad de controlarlo viene de las arcas públicas, de nuestros impuestos, de aquellos que aportan dinero para la mejora de una sociedad y que queda en manos de unos pocos que asumen el papel de padres de la patria y creadores de empleo y riqueza para todos. Es la broma final y macabra de este sistema y todo lo que se diga será encubrir los hechos y la realidad. Todo lo que pretenden los grandes timadores es que el tiempo pase porque el tiempo trae el olvido, porque la mentira continua agota al ciudadano y así que, en el momento de asaltar el poder, en las elecciones,  todo sea un hecho pasado y superado y que la rueda siga girando en la dirección de su provecho. Aquí nadie dimite, nadie se aparta de la gran ubre que ordeñan, el dinero de todos los españoles. La responsabilidad política es nula y los "listos" parecen tener bula para todo. Tengo miedo a que el olvido nos lleve a repetir los errores que nunca se han de cometer, soportar los abusos de los poderosos en un régimen democrático.