domingo, 19 de abril de 2015

Las purgas en democracia

El PP está poniendo toda su maquinaria en marcha para lograr su principal objetivo: mantenerse en el poder. Está claro que cualquier partido político quiere ganar unas elecciones para poner en marcha sus propuestas de gobierno. En este caso, el PP ganó unas elecciones con unas propuestas que no han llevado a cabo, prometieron que no subirían impuestos y lo hicieron, prometieron no superar algunas líneas rojas y han emborronado todo: sanidad, educación, pensiones, etc. Principalmente dijeron que acabarían con la crisis (deja a España se hunda que ya la levantaremos, recuerden conversación de Montoro con diputada de CC). Sin embargo, por mucho que lance su batería de mensajes ensalzadores del “crecimiento” de España, las cifras de desempleo siguen siendo de escándalo y si por fortuna fuesen algo menores que al inicio de su mandato, las condiciones económicas y laborales de aquellos que son “privilegiados” por tener un empleo son infinitamente peores. Se pagan muchos más impuestos y se reciben unos servicios públicos (sanidad, educación y justicia) de mucha peor calidad, por la acumulación de trabajo y la poca disposición (o mala gestión) de los medios para llevarlos a cabo.
Con esta realidad, los casos de corrupción no pueden sino indignar mucho más a la ciudadanía y a pesar de los intentos de propagar el mensaje de que “todos son lo mismo” son ya muchos los casos que han señalado directamente a destacados dirigentes de su partido. Entre estos, uno de los políticos que se ensalzaron durante el periodo Aznar (de hecho, muchos apostaban por él como su sucesor antes que el mismo Rajoy), por supuesto, me estoy refiriendo a Rodrigo Rato. Ya manchada su carrera política por la caída de bankia y el caso de las tarjetas en negro, Rodrigo Rato estaba muy lejos del político ejemplar al que se refería el mismo Rajoy, como la hemeroteca se encarga de recordarnos. Así que, este nuevo escándalo si hubiese intentado tapar, hubiera arrastrado a todo el Gobierno al abismo. La jugada, digna de la serie que Pablo Iglesias (en un acto muy de campaña electoral y un poco fuera de lugar) regaló a S.M. Felipe VI, ha sido mostrar su caída como ejemplo de que la justicia funciona. Esto tras la salida de Blesa de la cárcel, la fulminante inhabilitación de un juez por haberse atrevido a hacerlo, los múltiples desahucios que han dejado a personas sin hogar, la ausencia de condenados por dejar a miles de personas sin los ahorros de toda una vida. Pues sí, tras estos hechos resulta que el mensaje (consensuado y repetido al dedillo por todos los miembros del PP) es que la caída de Rato es un asunto particular y un ejemplo de que la Justicia es igual para todos. Es otra versión del ya gastado “ese señor” cuando se referían a Bárcenas. Porque precisamente el caso Bárcenas y los ordenadores “quemados” que presentó el PP tras solicitud formal por parte del juez, son un claro ejemplo de lo que entiende el PP por Justicia (esa que es la misma para todos).

Creo que ya lo he comentado en diversas ocasiones, aquel que ha de repetir continuamente la palabra democracia o demócrata para designarse a sí mismo, tal vez teme que le tomen por otra cosa, que sus actos no lo dejen claro. Podría ser este el caso de Partido Popular que repetidamente denomina a sus miembros como demócratas en oposición a múltiples rivales (no solo terroristas sino otros grupos políticos como el emergente Podemos). Su actos que pretenden vendernos como ejemplarizantes son burdos remedos de estrategias políticas de regímenes totalitarios como los de Stalin o Mao ¿acaso las purgas tenían cómo único fin eliminar a rivales u opositores? No, eran la ocasión para presentar al pueblo cabezas de turco que representaran todo los defectos de un régimen que no admite sus tremendos errores y su ineficacia.