El PP está poniendo
toda su maquinaria en marcha para lograr su principal objetivo: mantenerse en
el poder. Está claro que cualquier partido político quiere ganar unas
elecciones para poner en marcha sus propuestas de gobierno. En este caso, el PP
ganó unas elecciones con unas propuestas que no han llevado a cabo, prometieron
que no subirían impuestos y lo hicieron, prometieron no superar algunas líneas
rojas y han emborronado todo: sanidad, educación, pensiones, etc.
Principalmente dijeron que acabarían con la crisis (deja a España se hunda que ya
la levantaremos, recuerden conversación de Montoro con diputada de CC). Sin
embargo, por mucho que lance su batería de mensajes ensalzadores del “crecimiento”
de España, las cifras de desempleo siguen siendo de escándalo y si por fortuna
fuesen algo menores que al inicio de su mandato, las condiciones económicas y
laborales de aquellos que son “privilegiados” por tener un empleo son
infinitamente peores. Se pagan muchos más impuestos y se reciben unos servicios
públicos (sanidad, educación y justicia) de mucha peor calidad, por la
acumulación de trabajo y la poca disposición (o mala gestión) de los medios
para llevarlos a cabo.
Con esta realidad, los
casos de corrupción no pueden sino indignar mucho más a la ciudadanía y a pesar
de los intentos de propagar el mensaje de que “todos son lo mismo” son ya
muchos los casos que han señalado directamente a destacados dirigentes de su
partido. Entre estos, uno de los políticos que se ensalzaron durante el periodo
Aznar (de hecho, muchos apostaban por él como su sucesor antes que el mismo
Rajoy), por supuesto, me estoy refiriendo a Rodrigo Rato. Ya manchada su
carrera política por la caída de bankia y el caso de las tarjetas en negro,
Rodrigo Rato estaba muy lejos del político ejemplar al que se refería el mismo
Rajoy, como la hemeroteca se encarga de recordarnos. Así que, este nuevo
escándalo si hubiese intentado tapar, hubiera arrastrado a todo el Gobierno al
abismo. La jugada, digna de la serie que Pablo Iglesias (en un acto muy de
campaña electoral y un poco fuera de lugar) regaló a S.M. Felipe VI, ha sido
mostrar su caída como ejemplo de que la justicia funciona. Esto tras la salida
de Blesa de la cárcel, la fulminante inhabilitación de un juez por haberse
atrevido a hacerlo, los múltiples desahucios que han dejado a personas sin
hogar, la ausencia de condenados por dejar a miles de personas sin los ahorros
de toda una vida. Pues sí, tras estos hechos resulta que el mensaje
(consensuado y repetido al dedillo por todos los miembros del PP) es que la
caída de Rato es un asunto particular y un ejemplo de que la Justicia es igual
para todos. Es otra versión del ya gastado “ese señor” cuando se referían a
Bárcenas. Porque precisamente el caso Bárcenas y los ordenadores “quemados” que
presentó el PP tras solicitud formal por parte del juez, son un claro ejemplo
de lo que entiende el PP por Justicia (esa que es la misma para todos).
Creo que ya lo he
comentado en diversas ocasiones, aquel que ha de repetir continuamente la
palabra democracia o demócrata para designarse a sí mismo, tal vez teme que le
tomen por otra cosa, que sus actos no lo dejen claro. Podría ser este el caso
de Partido Popular que repetidamente denomina a sus miembros como demócratas en
oposición a múltiples rivales (no solo terroristas sino otros grupos políticos
como el emergente Podemos). Su actos que pretenden vendernos como ejemplarizantes
son burdos remedos de estrategias políticas de regímenes totalitarios como los
de Stalin o Mao ¿acaso las purgas tenían cómo único fin eliminar a rivales u
opositores? No, eran la ocasión para presentar al pueblo cabezas de turco que
representaran todo los defectos de un régimen que no admite sus tremendos
errores y su ineficacia.