sábado, 22 de febrero de 2014

Cuadrar cuentas

Una de las principales misiones de los gobernantes es gestionar el dinero que aportan todos los ciudadanos. No es una empresa y su principal destino es cubrir los servicios básicos y facilitar la vida de la población. Es por ello que la gestión del dinero viene condicionada a la consecución de un estado de bienestar para los ciudadanos,  que han elegido a sus gobernantes en un estado democrático. Cuando este orden se invierte, nos encontramos ante una realidad viciada, ante una usurpación de la soberanía popular.
Diversos asuntos indican, más allá de promesas vanas y manipulación de datos, que esto es lo que en realidad ocurre. El más directo los casos: la corrupción, se maneja el dinero público de manera que se consigue el beneficio del gestor (en este caso el político de turno)por encima del bien común. El caso más llamativo de esta semana la aparición de una cuenta en Suiza del Sr. Granados cuyo dinero no se sabe de dónde salió ni si se tributó lo que indica la ley. Se ha de investigar por encima de prescripciones y juicios de valor. Al preguntar por este caso como uno más de una serie de vergonzosos episodios por parte de miembros del PP en la Comunidad de Madrid, la respuesta fue la que va siendo habitual: “ y tú más”. Bien, puede ser un argumento de defensa ante el acusador pero ¿qué respuesta nos tenemos aquellos ciudadanos que no participamos de ningún gobierno y cuyo dinero está acabando en mano de políticos de sus partidos? ¿Hemos de callar y mirar a otro lado? ¿Hemos de permitir que se nos pidan esfuerzos mientras nos está robando? Indignación es lo mínimo que siento.
La crisis económica que sufre el país, que los economistas resumen en la falta de financiación de las empresas y la necesidad de competitividad pero que el ciudadano común vive como una subida de impuesto, un encarecimiento de los servicios y en los peores casos el desempleo y el desahucio, ha servido de excusa para medidas cuya utilidad me permito poner en duda al tiempo que me parecen un abuso en la gestión de los bienes públicos por parte de los gobernantes. El caso concreto de la privatización de algunos servicios públicos me parece ejemplificador. Hace unos años se privatizó el suministro de electricidad en todos los hogares, las razones aducidas fueron las habituales: un ahorro para el erario público, una mejor gestión y una mejora en los precios por la competencia entre las empresas suministradoras. El paso del tiempo ha ido desmontando esos argumentos. ¿Cuál ha sido el ahorro si mucha parte de la factura siguen siendo impuestos?¿Sufrimos menos apagones por la gran actualización de la red de suministro ahora en manos privadas?¿Qué competencias hay entre las empresas que tienen su propia organización y se muestran como un claro oligopolio? Sin embargo, sigue vendiéndose estos argumentos, ahora con los servicios médicos, como en la Comunidad de Madrid (gracias Marea Blanca por impedirlo de momento) y hasta con otro servicio básico como el suministro de agua (escandalosos me parece lo de Alcázar de San Juan).
Lo más lamentable es que los gobernantes quieren convencernos de que estas privatizaciones son por el bien común, no para beneficiar a algunas empresas y garantizar sus ingresos (todos necesitamos agua, electricidad y por desgracia tarde o temprano hemos de ir al médico). ¿Para qué se pagan impuestos si no es para tener garantizados estos servicios básicos?

La Guerra Fría acabó con la victoria del Capitalismo tras la caída de los regímenes comunistas víctimas de la mala gestión de los bienes públicos por unos dirigentes acaparadores de privilegios. El capitalismo no se muestra mucho mejor en estas cuestiones. Los bienes están en manos de unos cuantos que dirigen la economía mundial. Las decisiones económicas de un estado parecen estar supeditadas al dictamen de las agencias de rating. Moody’s nos ha elevado la categoría, ¿hemos de dar saltos de alegría? Todos los organismos internacionales de control económico, FMI, BCE, etc., se preocupan por una cuestión principal: cuadrar las cuentas. El bienestar de los ciudadanos de ese país es una cuestión que no les atañe. Es este el mundo en el que vivimos ¿queremos seguir así? ¿Debemos acatar las tesis conservadoras?¿El orden de este mundo es así y así debe seguir? Dejemos pues de lado, el arte y la poesía, olvidemos buscar el origen y fin de nuestro universo y la vida. Vayamos a lo pragmático, somos obreros que trabajan para subsistir y mantener en su posición a los poderosos. Muy triste es esta visión del mundo, donde sólo debemos ser educados para servir  a la maquinaria productiva y la única finalidad de la existencia sea cuadrar cuentas.