lunes, 3 de noviembre de 2014

Indignación verdadera

El 15 de mayo de 2011 miles de ciudadanos salieron a las calles para protestar contra la gestión que los gobernantes hacían de la crisis económica. El problema del paro se acrecentó con el cambio de Gobierno acompañado de duros recortes en los servicios públicos y con la aparición de casos de corrupción política como el caso Gürtel, caso Bárcenas y los ERE de Andalucía. En todos esos casos la reacción de los políticos era la misma, respaldo a los implicados y negación de relación sólo cuando prácticamente iban camino de la cárcel. Lejos de tomar medidas decisivas para atajar el problema parece que los implicados son cada vez más, algunos muy cercanos a miembros importantes del PP, como el último caso, muy llamativo, un caso de corrupción por contratos bajo sospecha con una empresa (para que el caso sea más sangrante, una empresa de ahorro energético) con multitud de ayuntamientos de Madrid y que como uno de los cabecillas parece tener al Sr.Granados, uno de los principales apoyos de Esperanza Aguirre en el gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid.
La gente se pregunta por qué no se controla más esta aparente connivencia de muchos gobiernos con empresarios que buscan su provecho y lo consiguen untando a otros sinvergüenzas que también lo hacen desde un cargo público. A los ciudadanos sólo nos queda el recurso de la protesta (en la forma restrictiva que quiere permitir el gobierno con su reciente nueva ley de seguridad ciudadana) y en las urnas que es nuestro auténtico poder en una democracia.
Aunque se encuentren casos totalmente reprobables, los políticos son necesarios y no es correcto ni justo meter a todos en el mismo saco. De la misma manera, tampoco es justo que a los empresarios, fundamentales en la economía como creadores de empleo, se les culpe. Sin embargo, ambos colectivos han de hacer más que simples gestos y obrar con verdadera determinación ante estos casos. No se puede como políticos negar implicaciones con compañeros a los que luego repudian con total desvergüenza como si el pasado común no existiese. No deben tampoco los empresarios apoyar a aquellos que no respetan las normas y se quieren enriquecer por medios ilícitos. ¿Qué imagen dan los empresarios cuando el anterior presidente de la organización más importante, la CEOE, acabó en prisión? ¿Qué imagen vuelven a dar cuando el presidente de esta organización en Madrid ha estado implicado en el caso de las tarjetas B y sigue en su puesto? ¿Defienden de verdad el modelo de amiguismo tan dado en dictaduras y que son germen infalible de corrupción? Dicen que es la cultura española pero eso reconocer que seremos tan incultos como la mayoría de la población hace un siglo. Se debe evolucionar, ya está bien de lograr prebendas a base de amiguismos y connivencias ilícitas. Como ciudadanos demandamos no sólo políticos honrados sino empresarios íntegros que se muevan por la simple ambición sin proyección de futuro. Si no es así, que no cuenten con la implicación de una mayoría a la que me adhiero.

No observo en el Gobierno ningún gesto para mejorar este aspecto fundamental, es más, sigue con gestos electoralistas que suponen un insulto a la inteligencia. La última, el intento de apropiación de la palabra que más suena en las protestas, la indignación. En menos de cuatro días, el Sr. Pons, la Sra. Cospedal y el Sr. Rajoy han pronunciado la misma palabra al hablar de los últimos casos de corrupción: indignación. Que los causantes de gran parte de ésta, se muestren ahora como indignados, no sólo me causa y estupor sino también repugnancia. ¿Se puede ser más miserable?

domingo, 12 de octubre de 2014

Por qué Ana Mato debe dimitir

Ante la alarma que se ha producido por el contagio de una de las auxiliares de enfermería que atendió a unos de los enfermos de ébola españoles repatriado, muchas voces han reclamado la dimisión de la Ministra de Sanidad, Ana Mato. Me uno a esas voces. Solicito su dimisión.
Es una vergüenza reclamar lo que en muchos países con un bagaje democrático mucho mayor que el de nuestro país, es práctica habitual. Los políticos cuyas decisiones han resultado ser errores manifiestos asumen sus responsabilidades y dimiten, aunque sea por decencia política, algo de lo que parecen carecer los mandatarios de nuestro país. Por no hablar, de aquellos políticos salpicados por algún caso de corrupción en otros países, que dimiten ante la mirada reprobatoria de sus compañeros de partido, que rechazan inmediatamente su actitud y no esperan a ningún veredicto judicial.
Porque Ana Mato, en realidad no es que deba dimitir, es que ya debería haber dimitido. El caso Gürtel ha salpicado directamente a ahora exmarido, Jesús Sepúlveda. Ya en su momento, la única explicación que dio fue que cuando Jesús Sepúlveda recibió esos regalos ya estaban separados. Se mostró después que había algunos regalos, como viajes, que fueron anteriores y además ante la pregunta concreta de los viajes la actual Ministra de Sanidad contestó que “los viajes se los pagaban ella y su marido”. A pesar de tal cúmulo de incoherencias sigue en su cargo. El resto de miembros del Gobierno y su partido guardan silencio o incluso la apoyan. Sin embargo, como ciudadano no me cabe duda de su incapacidad para continuar como Ministra de Sanidad ya que a la luz de los hechos las conclusiones lógicas son claras: o miente, y por tanto, conocía estos pagos y es cómplice, o, si fueron realizados estos regalos-pagos sin su conocimiento, muestra una cándidez e ineptitud impropias de que alguien en quien se deposita la confianza para dirigir un ministerio de tal importancia.
A esto se une su pésima gestión en el caso del tratamiento del ébola en España. No sé si fue soberbia o ineptitud pero organismos como la OMS ofrecieron su asesoramiento cuando en agosto se repatrió el primero de los misioneros afectados por ébola, sin embargo, no se  utilizó esta información y se dijo que no era necesario. Ahora, se quiere limpiar la imagen con un cambio en el protocolo que llega tarde y vuelve a mostrar lo que es gestionar con improvisación. Si en su momento se hubiera establecido un protocolo para estas contingencias que hubiera estado acompañado de la dotación material y de personal adecuada, no habría necesidad de estos cambios y con bastante seguridad la situación actual sería diferente.
Pero nada esto se hizo y esta crisis sanitaria ha mostrado muchas cosas: que los recortes sí han afectado a la calidad de los servicios sanitarios, que se procura antes  el ocultar información y escurrir el bulto que ser transparentes, que nadie asume responsabilidades y se buscan cabezas de turco (vergonzoso el intento de culpabilizar sólo a la enfermera), que nadie dimite.
En un colofón absurdo se ha establecido un gabinete de crisis del ébola que no dirige la ministra de Sanidad. Si ha demostrado su incompetencia ¿por qué sigue en el cargo? No sé que es peor tener una persona mal capacitada en un puesto de gran responsabilidad o que los compañeros de partido respalden ciegamente a esta persona. La guinda en este caso la puso el secretario nacional de Sanidad y Asuntos Sociales del Partido Popular, José Ignacio Echániz que consideró este sábado que “no es el momento de pedir responsabilidades políticas”. Hay que tener muy poca vergüenza y mucho descaro al pedir responsabilidad a la oposición cuando en su propio partido nadie las asume y durante el periodo anterior, como oposición, montaban verdaderos escándalos y coreaban como niños de colegio en pleno parlamento  “dimisión, dimisión”. Si no se piden responsabilidades políticas ahora, ¿cuándo se podrán pedir?, y lo que es más delirante ¿cuándo algún miembro del Gobierno las asumirá?


domingo, 5 de octubre de 2014

Salvar diferencias

Las diferencias en este mundo son necesarias. Fundamental para la supervivencia de la vida en la Tierra es la biodiversidad. Diferentes formas de pensar permiten la variabilidad de ideas que ofrece un abanico mayor de posibilidades y respuestas a los problemas que se puedan plantear. En resumen, las diferencias permiten una diversidad que enriquece y favorece el futuro de la sociedad. Sin embargo, hay otro tipo de diferencias que nada tienen que ver con la diversidad y sí con abismos que ponen en peligro la convivencia y por tanto, el  porvenir de la mayoría.
Hay distinciones que acentúan el egoísmo del que busca su único provecho, la injusticia y la desigualdad social. El gobierno decidió congelar el sueldo de los funcionarios para contener el gasto público (ya que gran parte de él se ha de destinar para pagar una deuda provocada fundamentalmente por el mayor gasto en prestaciones para el desempleo, el pago del rescate bancario y los despropósitos contables en algunas Comunidades Autónomas). Cuando se acompaña esta decisión con la de aumentar el sueldo a los altos funcionarios del Estado se ahonda en una diferencias. Se apoya de manera explícita una de las consecuencias de la crisis económica: las grandes fortunas aumentan más y los ingresos de la mayoría disminuyen (en unos porcentajes mucho mayores que el reparto del pago de impuestos). Un gobierno que así actúa no está buscando el beneficio de la mayoría de los componentes de la sociedad.
Otra diferencia que está alterando la convivencia en nuestra nación es el referéndum propuesto por el President Mas en Catalunya. No entraré en valorar el derecho de un pueblo a manifestar su opinión pues no creo que en las actuales circunstancias sea este el verdadero detonante de la polémica. El señor Mas ante las dificultades económicas producto de la crisis económica quiso variar el sistema de financiación para evitar parte del pago solidario que Cataluña, como región que crea más riqueza, aporta al Estado. Por un lado esto puede parecer legítimo pero por otro sería lo mismo que si los países más ricos de la UE, alteraran los acuerdos europeos de financiación y hubieran mirado para otro lado cuando los bancos españoles se encontraron con falta de liquidez. Desde el Gobierno de España se hizo caso omiso a esta reclamación, ni siquiera se negoció. La respuesta del Sr. Mas fue radicalizar su discurso y apelar a los sentimientos nacionalistas de Cataluña ahondando en la diferencia en perjuicio de la convivencia, mientras el Gobierno se enrocó en su propio nacionalismo de “una Grande y Libre” y ha estado escudándose en la Constitución para no iniciar ningún contacto que permita acercar posiciones y minimizar diferencias.
Así nos encontramos en una situación que abre una brecha cada vez más grande y que crea un abismo que será progresivamente más difícil de superar. ¿Qué esperan el Sr.Rajoy y el Sr.Mas para sentarse a negociar una solución real? ¿De verdad uno piensa que se han de acatar las órdenes de Madrid como ciudadanos sumisos y otro piensa que los ciudadanos catalanes se han de alzar contra el poder central? ¿No se dan cuenta de que si no se liman asperezas se  van a exacerbar las diferencias y se va a desembocar en un conflicto que puede generar violencia? ¿No hemos aprendido esa dura lección que España tuvo que vivir en el siglo XX?
Una vez más, un gobierno, cualquiera que sea su condición, que no favorezca la convivencia de personas con diferente forma de pensar, cultura, condición económica, lengua, etc., es un mal gobierno.


domingo, 7 de septiembre de 2014

Hoy por ti, mañana por mí

En septiembre comienza el curso tanto educativo como político y serían muchos los asuntos a comentar, pero hoy me voy a limitar a contar un suceso que ayer me devolvió la confianza en el ser humano tras los ejemplos desalentadores de codicia, falsedad, crueldad y fanatismo que abundan hoy en día.

El hecho es simple. Ayer quedé con un amigo para comer en Villena, localidad que  está en fiestas. Eso motivó que el lugar de encuentro se situase en las afueras, cerca de la entrada sur, en una zona de naves industriales. Allí seguiría al coche de mi amigo a un aparcamiento por las calles que no estuvieran cortadas. Tras un breve saludo montamos en nuestros respectivos coches pero el suyo no arrancaba. Bajamos, los intentamos tanto él como yo pero el resultado siguió siendo negativo. Finalmente levantamos el capó en un gesto más imitativo que útil dada nuestra total ignorancia en el tema de la mecánica del automóvil. En ese momento aparcó un coche al lado. Su ocupante era un magrebí que vivía en una de las escasas viviendas de la zona. Se interesó por nuestro problema y ofreció sus pinzas para cargar la batería, no fuera a ser esa la causa. Dada nuestra inutilidad antes comentada, este señor conectó la batería a su coche y cargó la batería durante unos minutos. El coche consiguió arrancar pero enseguida se paró. El señor en un gesto de generosidad se ofreció a llevarse la batería a su lugar de trabajo y cargarla, por la tarde la podríamos recoger y ver si funcionaba. Así lo hicimos.

Por la tarde, acompañamos a este señor que trabajaba en el servicio de recogida de residuos de la localidad y colocamos de nuevo la batería. Desgraciadamente no arrancó. En ese momento, un señor joven salía de su casa con su mujer y sus dos pequeños hijos. Saludó a su vecino y también se acercó a ayudar, había que reprogramar el coche para que funcionase la batería y nos ayudó a ello. Por fin, el coche arrancó, dio una vuelta y parecía funcionar. Mientras, la familia del vecino esperaba en el coche pero eso no  hizo que éste mirase a otro lado, fue solidario y nos prestó su ayuda. El señor magrebí se ofreció a acompañarnos con su vehículo con las pinzas por si se volvía a descargar pero como  su familia también le esperaba para ir a las fiestas declinamos aceptar su generosa ayuda en este caso. No sabiendo como corresponder a ayuda tan desinteresada mi amigo quiso darle una propina que el hombre rechazó tal vez con cierta indignación. “Gracias, no hace falta, hay que ayudarse, hoy por ti, mañana por mí”. Finalmente pudimos marchar, aunque tal y como vaticinó nuestro solícito ayudante, cuyo nombre lamentablemente no logro recordar, el coche se paró. Sí, tal vez hubiéramos acabado antes llamando a la grúa pero un día de fiesta con todos los talleres cerrados este señor y su vecino eran conscientes de la situación y no dudaron en ayudar. Quizás no parezca un hecho extraordinario, pero yo que soy de naturaleza desconfiada seguramente no habría actuado con esa generosidad. Reconozcamos que esa solidaridad suele escasear en nuestras calles, más cuando se trata de ayudar a personas de otras etnias. Tenemos tendencia a generalizar y crear tópicos injustos, a rechazar al diferente y a culparle en los momentos de necesidad. Por otra parte, esa ayuda entre vecinos me recordaba más a los relatos de la infancia de mis padres que a la convivencia en esas enormes colmenas llamadas urbanizaciones. En definitiva, ese gesto de simple humanidad, desgraciadamente no es tan habitual como debería serlo y por eso he querido reflejarlo con mi mayor agradecimiento y como mínimo homenaje a estos héroes anónimos.


sábado, 26 de julio de 2014

La guerra: crueldad e injusticia sin fin

En verano, muchos afortunados podemos disfrutar de unas vacaciones en las que nos apetece relajarnos y olvidarnos de las preocupaciones diarias. Sin embargo, la actualidad no distingue los tiempos de evasión y nos está mostrando estos días dos casos de cruel realidad: la guerra en Gaza y las consecuencias del conflicto en Ucrania.
La guerra es sin lugar a dudas uno de los azotes de la humanidad. El origen animal del hombre no se puede desvincular de la naturaleza humana y la codicia y el sentimiento de territorialidad se unen al instinto de supervivencia para crear conflictos donde la sinrazón domina al hombre y aparece la brutalidad animal, tal vez sublimada hasta cotas insospechadas. El ser humano ha sido capaz de someter a la naturaleza y saber adaptarse al medio, ha aprendido las ventajas de vivir en sociedad y conforme madura intuye la inutilidad de la violencia. Sin embargo, tal vez como sociedad no hemos madurado lo suficiente o tal vez todavía la fuerza impide esta madurez imponiendo métodos crueles e injustos.
La muerte de cientos de palestinos en las últimas semanas, muchos de ellos civiles y niños, muestra la atroz injusticia de la guerra y la crueldad de algunas decisiones. Quizá no sea capaz de entender el  ojo por ojo tan enraizado en la cultura de oriente medio pero tengo la sensación de que se ha iniciado una espiral de violencia cuyo fin solo parece ser el exterminio. Netanyahu siempre ha vendido el discurso del miedo, ha sido implacable con el terrorismo palestino pero este ataque de fuerzas tan desequilibradas se parece cada vez más a una misión de destrucción sin sentido que solo lleva a la eliminación del otro, sin otra razón.
El otro conflicto es más reciente, tiene lugar en nuestro mismo continente pero, si bien las supuestas razones de su inicio son diferentes, las consecuencias son las mismas: muertes de inocentes. Una guerra iniciada por dominar un territorio, respaldada de manera sibilina por Rusia, ha mostrado su cara más cruel en un hecho tan absurdo como gratuito, el derribo de un avión de pasajeros, ajenos a todo este conflicto. No valen excusas, es más, resulta hiriente que se quiera justificar aludiendo a la obligación del otro bando de prohibir el paso de aviones en zona de conflicto ¿no es mucho más censurable que se dispare con tanta facilidad un misil contra un avión sin mínima comprobación de quien estaba dentro? Es difícilmente comprensible que se hayan llegados a múltiples acuerdos con un dirigente con tan poca ética democrática (incomprensible desde el punto de vista moral, muy evidente desde la codicia irracional del mercado económico mundial). En la anexión de Crimea asistí con verdadero pavor a la entrada de tanques rusos para defender a los ciudadanos de habla rusa que vivían en la región, era tan evidente el paralelismo con la entrada en los Sudetes de las tropas Nazis que me entristeció lo poco que aprende la humanidad de las crueles guerras. Putin dirige un país con un discurso de unidad nacional, orgullo patriótico tan anticuado como irracional, el discurso de la esperanza que le lleva a liderar un país donde se ha pasado del comunismo al más injusto capitalismo, donde algunos viven en un nivel de riqueza casi obsceno mientras que otros subsisten en la miseria, eso sí, las maneras autoritarias parecen mantenerse aunque se camuflen en una democracia.

Ante estos conflictos, ¿qué respuesta dan el resto de naciones? Se supone que la acción internacional mejor coordinada en estos casos la ejecuta la ONU. El Consejo de Seguridad decide sanciones económicas. La experiencia nos ha enseñado la inutilidad de esas decisiones. Además es vergonzoso que este organismo esté dominado por seis países con derecho a veto: Rusia, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y China. Es lamentable e insultante que estos mismos países sean los mayores productores de armas, que son a fin de cuentas las herramientas que causan los daños cuando se toman decisiones no acertadas, que no se controle el tráfico de armas y se permita que cualquier caudillo con dinero disponga de ellas. No nos olvidemos de otros hechos crueles, todos se lamentarán, pero ¿qué solución propone este Consejo de Seguridad viciado a la aparición de elementos destructivos como Boko Haram o ISIS? Me temo lo peor, la solución es su negocio. Ante la amenaza, exacerbar el miedo, así todos aceptarán que se compren más armas para defenderse aumentado sus ventas y el mal que se haga. La educación, la resolución negociada de los conflictos, el aislamiento de los elementos nocivos a la vida en común por encima de los intereses económicos y de la codicia de algunos, no parecen tener preponderancia en estos momentos. Tengamos esto en cuenta cuando elijamos a nuestros representantes, cuando al menos de momento, podamos protestar.

sábado, 12 de julio de 2014

Cuídate de los Padres de la Patria

Siempre he votado libremente y he procurado madurar mi decisión. Por supuesto, he escuchado el consejo de los más experimentados pero mi voto ha sido libre y meditado. Uno de los consejos que siempre he tenido en cuenta es que me cuide de aquellos que se proclaman Padres de la Patria. Sin ninguna duda, abundan en la Historia de la Humanidad ejemplos de estas actitudes. Mao se atribuyó poderes absolutos por el bien del pueblo Chino, así lo hicieron también otros mandatarios de regímenes comunistas totalitarios, el propio Hitler era proclamado Führer (guía) y sus medidas eran consideradas las adecuadas para la mejora de pueblo alemán por muy duras que pudieran parecer y por ello se consideraban traidores al Estado a aquellos que se posicionaran en contra. Sin irnos tan lejos, en la dictadura del general Franco cualquier oposición estaba prohibida y todas las medidas tomadas se hacían por el bien de España.
Deberíamos aprender de la represión que han llevado a cabo todos estos regímenes políticos y estar alerta ante cualquier gesto que pretenda usar las mismas excusas (bien del pueblo, la Patria, la grandeza de la nación, etc.). Esta alerta ha surgido esta semana. El Gobierno Español ha aprobado un decreto que ha modificado 26 leyes en un solo día, sin apenas debate. La función del Congreso de los Diputados es detentar el poder legislativo, es decir, discutir las leyes y aprobarlas, si un partido posee mayoría absoluta el gobierno apoyado por ese partido podrá aprobar cualquier ley pero al menos serán debatidas. La forma en que este Gobierno ha querido aprobar un decreto para “crecimiento, la competitividad y la eficacia” ha sido precipitada, chapucera y dictatorial. La excusa para tanta prisa ha sido por supuesto, el bien de todos los ciudadanos y se han justificado las medidas como necesarias para mantener el crecimiento y que los beneficios lleguen a los ciudadanos. ¡Cuidado!¡Alerta! Esto suena a Padre de la Patria. Todavía estoy intentando descubrir el beneficio que tendrá para la gran mayoría de ciudadanos la entrega del Registro Civil a los registradores mercantiles o la urgencia que hay en aumentar el capital privado en ENAIRE (antigua AENA).
 Lo que si se percibe es el beneficio que han tenido muchos hombres de negocios (bastante de los cuales tienen relación con miembros del Gobierno o del partido que los apoya) con las privatizaciones que se han llevado a cabo, como siempre con la justificación del bien para los ciudadanos y una mejor gestión. Así el ciudadano ha visto como se le han ido recortando servicios públicos básicos como la Sanidad. No se ha mantenido sumiso, afortunadamente vivimos en una democracia a pesar de que la forma de actuar del Gobierno parece contradecir dicho régimen, pero han molestado mucho estas protestas y por eso también ha sido necesario (no sé si también se ha considerado urgente) una ley de seguridad ciudadana que si bien se ha suavizado respecto a su anteproyecto (porque no ha habido más remedio en algunos aspectos al ser anticonstitucionales), sigue teniendo medidas que cohíben el derecho a protestar como un registro con los datos de los infractores (aunque sea por falta leve) y se estimarán con un subjetivo “perturbación grave de la seguridad ciudadana” los efectos de una protesta no autorizada a la hora de catalogarla como falta muy grave.

Todos estos hechos y medidas no se pueden cubrir repitiendo la palabra democracia muy utilizada estos días por miembros del PP. Quieren dar lecciones de democracia a la nueva fuerza política, Podemos, pero ellos no hacen gala de ella en sus actuaciones. Durante su legislatura se ha tomado de medidas restrictivas para el Bienestar y quieren justificarlas con el miedo “si no hubiéramos tomado estas medidas hubiera sido inevitable el rescate”, una nueva tomadura de pelo, el rescate se llevó a cabo, camuflado como rescate bancario, si acaso más sangrante ya que el dinero fue directamente a bancos y estamos pagándolo con nuestros impuestos (esos que iban a bajar y subieron). Se habla de lo fatal que hubiera sido el rescate al dejar sin independencia al país en política económica cuando llevaron a cabo todas las medidas que exigió la UE para recibir ese “no rescate” para los bancos. Todo esto se decide, se hace y luego se presenta como una serie de medidas para la mejoría de la nación y de sus ciudadanos. Cuando la mentira está a la orden del día en las declaraciones (la mentira o su mejores aliadas las medias verdades), cuando se observa como los ricos son más ricos y los pobres más pobres, cuando el país tiene más de 4 millones del parados y se quiere vender que somos el segundo país que más ha crecido en Europa, que volvemos a ser un grande de Europa (cuando nunca lo fuimos), cuando los escándalos de corrupción salpican a un Gobierno en el que nadie dimite, cuando un partido que gobierna y maneja el dinero público paga sus obras en B, sin declarar los pagos, cuando en algunas comunidades autónomas como la Valenciana se miente hasta a Europa en asuntos vitales como la Sanidad y se mantienen en sus cargos a políticos de dudosa gestión a no ser que entren por la puerta del juzgado, cuando todo esto se hace y encima se intenta amordazar al ciudadano en su protesta, sólo hay una salida, utilizar la democracia como ciudadano, en las próximas elecciones. Se ha de prestar atención, desde el descalabro de las elecciones europeas ha comenzado la maquinaria propagandística, enaltecerán sus logros, ocultarán sus fiascos, pero como ciudadanos hemos de observar qué medidas han tomado y sus consecuencias en nuestra vida diaria y en el futuro que nos espera. Cuídate de los Padres de la Patria porque querrán adueñarse de ella. Vota a quien quieras, pero mi consejo es: a ellos no.

sábado, 24 de mayo de 2014

Incitación al odio

El odio es con seguridad la emoción humana más negativa. El odio puede engendrar rencores, abusos, injusticias y muertes. Es por ello lógico que toda incitación al odio sea condenada y hasta cierto punto controlada por las fuerzas del orden. El asesinato de la presidenta de la Diputación de León generó numerosos comentarios en las redes sociales. Algunos de ellos fueron de mal gusto, siempre es reprobable la alegría ante la muerte ajena, no desees a los demás lo que no quieras para ti. Unos pocos fueron más allá y desearon que la muerte se llevase a otros políticos, alentaron este tipo de actos. Fue aquí donde intervino el poder judicial.
Es en este punto donde se da un paso firme pero polémico. Las redes sociales albergan numerosos comentarios que podrían ser reflejo del sentir global. Este nuevo medio de expresión permite la comunicación con mucha más gente que los medios tradicionales, pero además el uso de alias y la falta de contacto directo con los interlocutores dan una sensación de anonimato que desinhibe nuestra expresión y puede llevar a realizar comentarios poco meditados. He aquí la difícil cuestión de clasificar comentarios como poco apropiados o de mal gusto, frutos de un momento de frustración poco meditado o una incitación al odio considerada como delito.
Tras las detenciones de algunos autores de comentarios en redes sociales en los que se alentaba a acabar con la vida de algunos políticos, se han denunciado otras conductas mezquinas como las respuestas antisemitas tras la derrota del Real Madrid en la Final Four de este año. Ciertamente, los comentarios pueden ser considerados, al igual que los realizados tras la lamentable muerte antes mencionada, en una de las categorías anteriores. Lo que está más allá de toda duda, es que en mayor o menor medida son la expresión de un odio.
Aquí es donde, más allá de ser noticias de moda más o menos pasajera, más allá de suscitar una polémica entre el derecho a la libre expresión y la seguridad ciudadana o el respeto a los ciudadanos, hemos de reflexionar sobre el origen de este odio.
Fuera de las redes sociales, también se producen manifestaciones de ese odio. Condenables también son los actos de acoso y casi agresión al Sr. Montoro tras un acto en Cataluña. Sin embargo, es inútil la simple condena, hemos de reflexionar sobre la razón del odio que se manifiesta así. ¿Son las sólo las palabras las que pueden incitar el odio en las personas?¿No serán también las circunstancias, las decisiones que se toman, las injusticias o los actos de segregación social o económica no justificables?

Muchas son las protestas ciudadanas en estos días de dificultades económicas. Han llegado desde numerosos ámbitos y estamentos. Es evidente la sensación de desamparo de muchos ciudadanos que ven como aumentan sus impuestos y menguan sus  servicios, como se les piden esfuerzos que no se ven reflejados en aquellos que los exigen, como la justicia actúa implacable ante ciudadanos que pierden sus hogares por deudas con los bancos mientras algunos dirigentes o ex dirigentes de estas entidades (y por tanto los máximos responsables de sus desatinadas y, en algunos casos, fraudulentas decisiones) permanecen libres o enredados en interminables pleitos. Esto genera sensación de injusticia, de abuso de poder, de desigualdad de derechos y un rencor que se acumula hasta el aborrecimiento, una aversión gestada con el tiempo por las circunstancias en las que vivimos y por ello, el odio más peligroso.

domingo, 11 de mayo de 2014

Europa: de la ilusión al desencanto

En 1986, cuando España entró a formar parte de la entonces llamada Comunidad Económica Europea, yo aún era un niño. Aún no comprendía el significado de ese hecho más allá de que era un acuerdo con otros países de Europa. Ese acuerdo coincidió con una etapa de clara mejora económica del país que recibía los fondos de cohesión destinados a mejorar las condiciones en aquellas regiones menos desarrolladas dentro de los países que formaban parte de la CEE. Más adelante, en mi adolescencia, se ratificó el Tratado de la Unión Europea en Maastricht que ampliaba esa unión a aspectos más allá de los puramente económicos, hasta política exterior común e incluso un Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Era una idea realmente ilusionante, la búsqueda del bien común entre todas las naciones, trabajar juntos para un futuro mejor, sin conflictos, guerras ni marginación, sin pretensiones de hegemonía ni explotación. Era un reto difícil pero en mi juventud veía tomar cuerpo a mi ilusión de una humanidad feliz.
Sin embargo, la realidad se impone a los sueños, en ocasiones cruelmente. Esa Unión Europea se amplió pero también sufrió la falta de entendimiento en asuntos cruciales como la segunda Guerra del Golfo. No parecía que el acuerdo fuera posible y la Unión Europea estuviese realmente unida. Durante esos años, nos fuimos dando cuenta de la importancia en nuestras vidas de las medidas acordadas en el Parlamento Europeo. Tal vez, hoy en día más que nunca. Desde Europa nos han venido medidas judiciales alabadas como la nulidad de las cláusulas suelo o impopulares como la excarcelación de los presos a los que se aplicó la doctrina Parot.
Pero el golpe más duro que nos hizo despertar del sueño de la unión entre pueblos europeos vino del origen de la unión: la economía. Llegó la crisis, hubo alarma, reuniones baldías y al final, la reacción ante la gravedad de la situación de países miembros como Grecia, Irlanda, Portugal y España fue poco solidaria. La ayuda al débil se hizo de rogar, se establecieron condiciones muy duras, no se quería arriesgar el bien propio, la idea del bien común quedó aparcada. Algunos países incluso consiguieron beneficiarse de esta situación de necesidad (sí, me refiero a Alemania). Quedó claro que los dictámenes del mercado económico primaban sobre el bienestar de los ciudadanos.

Así pues, nos encontramos ante unas elecciones en que se elegirán los miembros de un parlamento que tomará decisiones importantes pero que estará  influenciado por los lobbies y aquel ente que en la actual situación toma dimensiones casi mágicas y divinas, el mercado. Ese influjo puede ser tan grande o mayor como el de la búsqueda del bien de los ciudadanos europeos y eso me causa desaliento. Tengo claro que voy a elegir una opción progresista, en algunos casos, la promesa del bien ciudadano cuando lo que se quiere es el beneficio de unos pocos es para mí evidente. Sin embargo, ahora que he llegado a mi madurez me encuentro con que mi ilusión en una Europa unida se ha transformado en desencanto.

sábado, 1 de marzo de 2014

Cambiar de tema

Reconozco que cuando una conversación no me interesa o toma unos derroteros poco recomendables para mí, cambio de tema. Suelo hacerlo con sutilidad, para que no se note mucho, enlazo la conversación con otro hecho que la desvía del camino que me incomodaba o intento introducir un tema que sea lo suficientemente atractivo para ir olvidando el que no era de mi interés. No creo que sea el único aunque sí que me llama la atención que el Sr.Presidente lo haya hecho con tan manifiestamente y con tanta complicidad periodística como se ha podido presenciar en el Debate sobre el Estado de la Nación.
Este debate se supone que es el más importante del curso político ya que en él se deben discutir los resultados de las medidas tomadas por el Gobierno durante el año. Es tal vez lo más parecido a un examen a la gestión del Gobierno. Se deben analizar pues los beneficios de esas medidas en la vida de los ciudadanos o la forma en que se han afrontado las dificultades. Esta suposición es muy optimista porque año tras año se observa cómo el gobierno de turno se dedica a la autopropaganda y las réplicas están preparadas de antemano cualquiera que haya sido lo expuesto anteriormente. Este año incluso para evitar que esas réplicas surgiesen ante lo peligroso que pudiera ser que por una vez se discutiese realmente cuál es la situación de la ciudadanía tras las medidas adoptadas, el Sr. Presidente lanzó un medida destinada a acabar con el mayor de los problemas, el desempleo. Una medida más que el Gobierno tuvo todo el tiempo del mundo en decidir y que se presentó en el debate sobre el estado, en general, de la nación.
Ante la mala costumbre que tenemos de inferir de lo anecdótico lo genérico, se quiso presentar una medida, cuyos beneficios están mucho más restringidos de lo que parece tras un análisis más profundo, como un ejemplo de la “magnífica” política del Gobierno a la hora de atajar ese problema, que en realidad no ha hecho sino aumentar tras la reforma laboral tan elogiada por sus autores. Muchos periodistas entraron al trapo y no únicamente los adeptos al régimen, ya que esta medida puntual fue remarcada en sus titulares.
Seguimos pues teniendo el problema de generalizar demasiado, de hablar y enredarnos en argumentos que pueden diferir mucho de la realidad y todo esto se enquista en la sociedad con una fuerza que su conversión en costumbre dificulta mucho su erradicación. Así es común hablar de funcionarios ociosos (a ver cómo iba a funcionar la Sanidad, Justicia, Hacienda, Educación y tantos otros servicios básicos, si esto fuera en verdad general) o de empresarios explotadores (a ver cómo iba a haber una mínima estabilidad social si todos fueran así). El discurrir del tiempo de nuestra vida con todas sus situaciones y problemas hace pesado y muy complicado frenar la imparable inercia de los tópicos. Sin embargo, ¿hemos de asumir la inutilidad de la denuncia ante lo que no corresponde a la realidad? ¿Hemos de conformarnos con tener políticos que en cada discurso se encargan de defender su puesto, su imagen ante los futuros votantes más  allá de los que puedan creer, más allá de su bien y la realidad? Sí, tal vez, en estos momentos esté pecando del mismo error que acabo de denunciar, de generalizar lo anecdótico, pero cuando un hecho se repite año tras año deja de ser casual y se convierte en regla común y esto creo que me autoriza a denunciar que se utilice de una vez el Debate sobre el Estado de la Nación para discutir la realidad del día a día de los ciudadanos y tomar medidas para mejorarla y no para ganar votos o puntos en las encuestas mientras se benefician unos pocos.


sábado, 22 de febrero de 2014

Cuadrar cuentas

Una de las principales misiones de los gobernantes es gestionar el dinero que aportan todos los ciudadanos. No es una empresa y su principal destino es cubrir los servicios básicos y facilitar la vida de la población. Es por ello que la gestión del dinero viene condicionada a la consecución de un estado de bienestar para los ciudadanos,  que han elegido a sus gobernantes en un estado democrático. Cuando este orden se invierte, nos encontramos ante una realidad viciada, ante una usurpación de la soberanía popular.
Diversos asuntos indican, más allá de promesas vanas y manipulación de datos, que esto es lo que en realidad ocurre. El más directo los casos: la corrupción, se maneja el dinero público de manera que se consigue el beneficio del gestor (en este caso el político de turno)por encima del bien común. El caso más llamativo de esta semana la aparición de una cuenta en Suiza del Sr. Granados cuyo dinero no se sabe de dónde salió ni si se tributó lo que indica la ley. Se ha de investigar por encima de prescripciones y juicios de valor. Al preguntar por este caso como uno más de una serie de vergonzosos episodios por parte de miembros del PP en la Comunidad de Madrid, la respuesta fue la que va siendo habitual: “ y tú más”. Bien, puede ser un argumento de defensa ante el acusador pero ¿qué respuesta nos tenemos aquellos ciudadanos que no participamos de ningún gobierno y cuyo dinero está acabando en mano de políticos de sus partidos? ¿Hemos de callar y mirar a otro lado? ¿Hemos de permitir que se nos pidan esfuerzos mientras nos está robando? Indignación es lo mínimo que siento.
La crisis económica que sufre el país, que los economistas resumen en la falta de financiación de las empresas y la necesidad de competitividad pero que el ciudadano común vive como una subida de impuesto, un encarecimiento de los servicios y en los peores casos el desempleo y el desahucio, ha servido de excusa para medidas cuya utilidad me permito poner en duda al tiempo que me parecen un abuso en la gestión de los bienes públicos por parte de los gobernantes. El caso concreto de la privatización de algunos servicios públicos me parece ejemplificador. Hace unos años se privatizó el suministro de electricidad en todos los hogares, las razones aducidas fueron las habituales: un ahorro para el erario público, una mejor gestión y una mejora en los precios por la competencia entre las empresas suministradoras. El paso del tiempo ha ido desmontando esos argumentos. ¿Cuál ha sido el ahorro si mucha parte de la factura siguen siendo impuestos?¿Sufrimos menos apagones por la gran actualización de la red de suministro ahora en manos privadas?¿Qué competencias hay entre las empresas que tienen su propia organización y se muestran como un claro oligopolio? Sin embargo, sigue vendiéndose estos argumentos, ahora con los servicios médicos, como en la Comunidad de Madrid (gracias Marea Blanca por impedirlo de momento) y hasta con otro servicio básico como el suministro de agua (escandalosos me parece lo de Alcázar de San Juan).
Lo más lamentable es que los gobernantes quieren convencernos de que estas privatizaciones son por el bien común, no para beneficiar a algunas empresas y garantizar sus ingresos (todos necesitamos agua, electricidad y por desgracia tarde o temprano hemos de ir al médico). ¿Para qué se pagan impuestos si no es para tener garantizados estos servicios básicos?

La Guerra Fría acabó con la victoria del Capitalismo tras la caída de los regímenes comunistas víctimas de la mala gestión de los bienes públicos por unos dirigentes acaparadores de privilegios. El capitalismo no se muestra mucho mejor en estas cuestiones. Los bienes están en manos de unos cuantos que dirigen la economía mundial. Las decisiones económicas de un estado parecen estar supeditadas al dictamen de las agencias de rating. Moody’s nos ha elevado la categoría, ¿hemos de dar saltos de alegría? Todos los organismos internacionales de control económico, FMI, BCE, etc., se preocupan por una cuestión principal: cuadrar las cuentas. El bienestar de los ciudadanos de ese país es una cuestión que no les atañe. Es este el mundo en el que vivimos ¿queremos seguir así? ¿Debemos acatar las tesis conservadoras?¿El orden de este mundo es así y así debe seguir? Dejemos pues de lado, el arte y la poesía, olvidemos buscar el origen y fin de nuestro universo y la vida. Vayamos a lo pragmático, somos obreros que trabajan para subsistir y mantener en su posición a los poderosos. Muy triste es esta visión del mundo, donde sólo debemos ser educados para servir  a la maquinaria productiva y la única finalidad de la existencia sea cuadrar cuentas.

martes, 28 de enero de 2014

Mayoría sublevada

Un sistema democrático se supone que es aquel en el que la gente libremente puede elegir a sus gobernantes. En estas circunstancias el poder lo detenta el partido que obtiene la mayoría de los votos. Sin embargo, si esa mayoría se obtuvo con una serie de promesas que luego no se han cumplido, es más, si el Gobierno lleva a cabo medidas totalmente opuestas a las sugeridas (voy a ser más concreto, por ejemplo, los impuestos en España que se iban a bajar y se han subido y mucho), entonces, pierde legitimidad. Si la gente en el poder desoye al pueblo y se escuda en una mayoría obtenida en las urnas, pierden el apoyo y sobre todo la confianza. Lógicamente los ciudadanos se sienten estafados y engañados y, si su situación es precaria, el enfado puede tomar magnitudes peligrosas. La solución puede ser represiva, acallar las voces discordantes mediante la policía o cambios legislativos. A corto plazo se acabará con el problema pero será el germen de algo más grave que la protesta: la sublevación.
Esto se ha podido observar en Ucrania, donde los repetidos ruegos de sus habitantes han sido desoídos por el gobierno que ha defendido intereses personales o ideales propios que nos son compartidos por la mayoría (incluida una mayoría que en su momento confió en ellos durante unas elecciones). Este ejemplo de población civil sublevada y violentos disturbios debería servir de lección para otros países, como España. A parte de la fundamentada protesta de los trabajadores de la Sanidad Pública (ellos conocían mejor que nadie el peligro de la gestión privada al conocer el día a día del trabajo en Sanidad), en muchos otros ámbitos las protestan se multiplican y parece que la solución es una nueva ley de seguridad ciudadana que incluye el endurecimiento de las sanciones en las protestas en la calle. Tal vez debería tener más cuidado el Gobierno a la hora de elegir sus soluciones y ser fiel a un espíritu democrático, escuchar las protestas de los ciudadanos y preocuparse por la verdadera mayoría.

Sólo un apunte más ¿era tan urgente bajar el IVA en las transacciones de obras de arte mientras que durante meses se ha ignorado las peticiones del gremio del cine? Seguro que la mayoría no dispone de dinero suficiente para poder hacerse con obras de arte pero sí de disfrutar del cine. ¿Se gobierna en nombre de la mayoría pero para una minoría? Recuerdo, observemos otros países u otras épocas, así salta la chispa que provoca la sublevación.

miércoles, 15 de enero de 2014

Halagos interesados

Estados Unidos es un país de contrastes. Allí se encuentran algunas de las mayores fortunas del mundo mientras que miles de personas viven en la indigencia. En esa nación la prensa ha sido capaz de destapar enormes escándalos y ha podido criticar con libertad las decisiones de sus gobernantes mientras que existe la información reservada y la imposición de silencio a los medios en asuntos de seguridad nacional. En ese estado se muestra que personas de las más diversas razas y procedencias pueden convivir mientras que también existen, desafortunadamente, fanáticos religiosos que esgrimiendo la Biblia censuran cualquier comportamiento fuera de su moral particular. En ese país existen posiblemente algunas de las mejores clínicas del planeta (no son pocos los ejemplos de famosos adinerados que se dirigen allí a curar enfermedades como el cáncer) y sin embargo, gran parte de su población tiene dificultades en tener una cobertura médica considerada básica en el mundo desarrollado. Hacia este país ha viajado el Presidente de España para afianzar las relaciones entre países aliados y al parecer, recibir una dosis de  halagos y palmadas en la espalda.
No podía ser de otra manera. El líder del país que fue adalid de la lucha del Capitalismo contra el Comunismo en el siglo XX, la Guerra Fría, no puede sino apoyar todas las medidas tomadas por el presente Gobierno. A ese país no le preocupan los desahucios, la pérdida de calidad en la sanidad y en educación motivada por unos recortes en servicios básicos ni, realmente, el futuro de los ciudadanos de España ni  el presente del elevado número de desempleados. Les interesa que España pague como país la deuda emitida y se congratula de poder invertir en un país con mano de obra cualificada a precio de saldo. Las medidas tomadas por el Gobierno si parecen haber mejorado la situación de la deuda y han conseguido que las implacables agencias de calificación de riesgo frenen la caída en la valoración de España pero, por ejemplo, el número de desempleados sigue siendo enorme y la calidad de los servicios públicos básicos se ha visto gravemente mermada mientras aumenta la presión fiscal sobre los ciudadanos. Por eso no entiendo la euforia que se quiere generar con la frase que se refiere al “gran liderazgo” de nuestro presidente. No puedo evitar que me deje un regusto a condescendencia con el pariente pobre. Tampoco puedo evitar cierta indignación cuando el Sr. Rajoy en un momento de auténtica táctica de comercial dijera en presencia de empresarios estadounidenses que en España se ha conseguido “el eje de una economía pujante, sana y duradera”. Eso es ya vender mucho humo y si algo me queda claro que será duradero es el peaje que habremos de pagar durante años en forma de impuestos para abonar toda la deuda acumulada y la pérdida de derechos que costaron a los trabajadores muchos años y disputas. Es más, todo este espectáculo en que se ha convertido la gira americana me hace incluso sospechar que es una nueva maniobra de la maquinaria propagandística. La promoción de los grandes logros, desde el exterior, como siempre hace nuestro presidente, evitando ruedas de prensa en España por si se le ocurre a alguien hacer una pregunta espinosa y procurando transmitir su propia visión de la realidad como hará el próximo martes en una cadena de televisión privada estatal de ideología afín (aunque no tan devota como otras, sí la del toro, para que no se note tanto).
Ante este panorama y comparando nuestro país con Estados Unidos,  cómo me gustaría que dispusiéramos de sus enormes recursos económicos, su capacidad de lucha y ambición, su sentimiento de defensa de las libertades. Sin embargo cada vez noto más parecidos en nuestro país con esa oscura cara del Capitalismo, la gran diferencia de sueldos entre los poderosos y el ciudadano común, la exclusividad de una sanidad de calidad para unos pocos, la desinformación interesada a los ciudadanos unida al entorpecimiento del trabajo de los periodistas díscolos (incluso de los jueces no afines, aquí sin lugar a dudas superamos a la nación líder del mundo occidental). Además, no me extrañaría que acabaran censurando críticas como la de este blog, tal vez incluyan algún artículo en referencia a esto en su represiva ley de seguridad. No deben descuidar frentes y si no se puede controlar hay que desinformar como en el reciente caso de Burgos. Se quiso minimizar el impacto de la protesta vecinal acusando a supuestos agentes externos mientras el Alcalde de la ciudad se quejó de la tiranía de unos pocos ante la gran mayoría democrática que lo eligió. Demagogia elevada a un alto exponente. Tal vez, el Sr. Rajoy también se refiera a esa mayoría que, según él, entienden sus reformas. Esa mayoría que le eligió democráticamente con un programa que proclamaba la bajada de impuestos, que luego se subieron, o el final de la crisis, que de momento se ha traducido en un millón más de parados. Pero reconozcamos que parte del programa se está cumpliendo como la retrógrada ley del aborto que se quiere aprobar.

La guinda ha sido la felicitación de la Sra. Lagarde, directora del FMI, por las medidas tomadas en España. Que felicite la directora de un organismo cuyos predecesores fueron Rodrigo Rato y  Dominique Strauss-Kahn me causa como mínimo preocupación. Aunque verdadero terror me  incita la realidad de este organismo que a pesar de lo que digan sus estatutos se preocupa principalmente de que los países paguen su deuda, independientemente de la calidad de vida de sus ciudadanos. Sí, a Estados Unidos le encantan las medidas tomadas, permiten que el dinero siga fluyendo ¿en qué dirección?

miércoles, 1 de enero de 2014

¿Año Nuevo, vida nueva?

Feliz Año Nuevo. Comenzamos el año pidiendo la realización de nuestros deseos y anhelando un futuro mejor. Es innato en la naturaleza humana. La mayoría de nosotros hacemos extensibles estos deseos a nuestros seres queridos y en general, a todo el mundo. Creo que es esta nuestra máxima evolución, considerar nuestro futuro mejor si es en común o dicho de otra manera que el bien común revertirá en el nuestro propio. Ese afán de mejora nos lleva a intentar superar nuestras cargas, pesares o problemas del pasado con un lema muy extendido: Año Nuevo, vida nueva.
Sin embargo, el mundo de la política, que es decisivo en cuanto que lleva asociadas la gobernación y la legislación de la sociedad en la que vamos a vivir, parece ser más inmóvil y poco evolucionado. He podido comprobar que en febrero de este recién acabado 2013 el Sr. Rajoy declaró en un evento ante inversores extranjeros (las ruedas de prensa ante periodistas españoles durante el año se pueden contar con los dedos de la mano) lo siguientes: "A finales de 2013 habrá crecimiento". Además estaba dispuesto a que los partidos sean más transparentes y que siempre estaría abierto al diálogo y a escuchar a todo el mundo sobre el futuro de Cataluña. 
Ya hemos vivido el final de 2013 y no estoy seguro si el crecimiento que consideraba era el paupérrimo 0,1% que subió el PIB en el último trimestre y que no compensa el 1,1% de decrecimiento anual o el último dato del paro en noviembre con un descenso de menos de 2500 personas frente a los millones de parados en total. Más allá de los datos macroeconómicos podemos notar cómo cada vez se gana menos dinero y aumentan los gastos, incluido el polémico pero fundamental gasto en energía. Por otra parte, la transparencia en los partidos no creo que se defina muy bien en la ley que se ha propuesto mientras que por otra parte se obstaculiza la ley en el caso Bárcenas, como se puede deducir del borrado de los discos duros y la necesidad de un registro judicial recientemente.
Así que Año Nuevo y mentiras viejas, se ha acabado el año apelando de nuevo a la mejora en 2014, esperemos que sea de esta manera. Lo que no está tan claro es que sea gracias a esa reiterada coletilla "gracias a las reformas emprendidas" porque lo que estás reformas han conseguido de manera inmediata es que el despido sea más barato para las empresas y haya facilitado el paso de muchos trabajadores al mundo del desempleo. 
Pero son días de esperanzas y eso no pasa inadvertido por ello nos las venden y de paso rematan el año aumentando el gasto médico de los pensionistas con su cada vez más maltrechas pensiones y con una ley antiabortista que se asemeja más a la de un régimen islamista que a la de un país europeo moderno.
A pesar de todo, creo que algún día seremos capaces de lograr una mayor felicidad en todo el mundo, es lo principal, ser feliz. Por ello, el ser humano en su infinita capacidad de olvido es capaz de aparcar estos temas y disfrutar de estos días de celebraciones. Yo lo hago y lo recomiendo, pero pasadas estas entrañables fechas, recuperemos la memoria. Mi deseo este año: Año Nuevo, políticas nuevas (más justas, solidarias y que se transformen en mejoras efectivas en nuestras vidas más allá de datos macroeconómicos y pagos de deuda).