Una de las principales misiones
de los gobernantes es gestionar el dinero que aportan todos los ciudadanos. No
es una empresa y su principal destino es cubrir los servicios básicos y
facilitar la vida de la población. Es por ello que la gestión del dinero viene
condicionada a la consecución de un estado de bienestar para los ciudadanos, que han elegido a sus gobernantes en un estado
democrático. Cuando este orden se invierte, nos encontramos ante una realidad
viciada, ante una usurpación de la soberanía popular.
Diversos asuntos indican, más
allá de promesas vanas y manipulación de datos, que esto es lo que en realidad
ocurre. El más directo los casos: la corrupción, se maneja el dinero público de
manera que se consigue el beneficio del gestor (en este caso el político de
turno)por encima del bien común. El caso más llamativo de esta semana la aparición
de una cuenta en Suiza del Sr. Granados cuyo dinero no se sabe de dónde salió
ni si se tributó lo que indica la ley. Se ha de investigar por encima de
prescripciones y juicios de valor. Al preguntar por este caso como uno más de
una serie de vergonzosos episodios por parte de miembros del PP en la Comunidad
de Madrid, la respuesta fue la que va siendo habitual: “ y tú más”. Bien, puede
ser un argumento de defensa ante el acusador pero ¿qué respuesta nos tenemos
aquellos ciudadanos que no participamos de ningún gobierno y cuyo dinero está
acabando en mano de políticos de sus partidos? ¿Hemos de callar y mirar a otro
lado? ¿Hemos de permitir que se nos pidan esfuerzos mientras nos está robando?
Indignación es lo mínimo que siento.
La crisis económica que sufre el
país, que los economistas resumen en la falta de financiación de las empresas y
la necesidad de competitividad pero que el ciudadano común vive como una subida
de impuesto, un encarecimiento de los servicios y en los peores casos el
desempleo y el desahucio, ha servido de excusa para medidas cuya utilidad me
permito poner en duda al tiempo que me parecen un abuso en la gestión de los
bienes públicos por parte de los gobernantes. El caso concreto de la
privatización de algunos servicios públicos me parece ejemplificador. Hace unos
años se privatizó el suministro de electricidad en todos los hogares, las
razones aducidas fueron las habituales: un ahorro para el erario público, una
mejor gestión y una mejora en los precios por la competencia entre las empresas
suministradoras. El paso del tiempo ha ido desmontando esos argumentos. ¿Cuál
ha sido el ahorro si mucha parte de la factura siguen siendo impuestos?¿Sufrimos
menos apagones por la gran actualización de la red de suministro ahora en manos
privadas?¿Qué competencias hay entre las empresas que tienen su propia
organización y se muestran como un claro oligopolio? Sin embargo, sigue
vendiéndose estos argumentos, ahora con los servicios médicos, como en la
Comunidad de Madrid (gracias Marea Blanca por impedirlo de momento) y hasta con
otro servicio básico como el suministro de agua (escandalosos me parece lo de
Alcázar de San Juan).
Lo más lamentable es que los
gobernantes quieren convencernos de que estas privatizaciones son por el bien
común, no para beneficiar a algunas empresas y garantizar sus ingresos (todos
necesitamos agua, electricidad y por desgracia tarde o temprano hemos de ir al
médico). ¿Para qué se pagan impuestos si no es para tener garantizados estos
servicios básicos?
La Guerra Fría acabó con la
victoria del Capitalismo tras la caída de los regímenes comunistas víctimas de
la mala gestión de los bienes públicos por unos dirigentes acaparadores de
privilegios. El capitalismo no se muestra mucho mejor en estas cuestiones. Los
bienes están en manos de unos cuantos que dirigen la economía mundial. Las
decisiones económicas de un estado parecen estar supeditadas al dictamen de las
agencias de rating. Moody’s nos ha elevado la categoría, ¿hemos de dar saltos
de alegría? Todos los organismos internacionales de control económico, FMI,
BCE, etc., se preocupan por una cuestión principal: cuadrar las cuentas. El bienestar
de los ciudadanos de ese país es una cuestión que no les atañe. Es este el
mundo en el que vivimos ¿queremos seguir así? ¿Debemos acatar las tesis
conservadoras?¿El orden de este mundo es así y así debe seguir? Dejemos pues de
lado, el arte y la poesía, olvidemos buscar el origen y fin de nuestro universo
y la vida. Vayamos a lo pragmático, somos obreros que trabajan para subsistir y
mantener en su posición a los poderosos. Muy triste es esta visión del mundo,
donde sólo debemos ser educados para servir
a la maquinaria productiva y la única finalidad de la existencia sea
cuadrar cuentas.
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