Hoy, primero de mayo,
se conmemora la lucha de los trabajadores por sus derechos que se simbolizó en
una huelga que acabó con la dispersión de los trabajadores a disparos y
posteriores condenas a muerte para algunos de sus promotores. Aquella huelga
protestaba por el derecho del trabajador a disponer de ocho horas para
trabajar, ocho para dormir y ocho para la casa. Algo tan fundamental en la actualidad costó
muchas vidas y no deberíamos olvidarlo. Más si cabe hoy en día, en que otro
derecho, el del trabajo, que se encuentra registrado en el artículo 35 de la
Constitución Española, no puede ser ejercido por millones de españoles.
Esta situación
dramática en muchos hogares no encuentra una respuesta efectiva por parte de
los poderes públicos. Se habla de la crisis pero no de culpables ni de causas
claras, pero sí se observa de manera cristalina quiénes han sido perjudicados:
los trabajadores. Muchos pierden sus empleos, la gran mayoría sufre recortes en sus salarios,
en la calidad de los servicios públicos básicos y todos padecen la subida de
impuestos. Las decisiones abusivas
que se han tomado en su contra, alentadas por los organismos gestores de la
economía mundial, están minando los derechos y la calidad de vida del
trabajador.
Desde estos organismos, se habló con ligereza e incluso con una cierta euforia del fenómeno
de globalización, tal vez por su sentido de unión de la humanidad. Ahora vemos
que la humanidad no está unida, que hay grandes diferencias, que no todo son
beneficios sino también hay pérdidas. Una de esas diferencias está en ese
derecho fundamental que costó aquellas vidas en el siglo XIX y que se
conmemoran hoy. Esas ocho horas de jornada diaria laboral no se han conseguido
en todo el mundo. Destaca el caso de ese país emergente, llamado por muchos
economistas a ser la potencia mundial del futuro: China. Con sus jornadas
laborales mucho más largas se les ha permitido entrar en el juego del
capitalismo, basado, en un principio, en la oferta y la demanda, en la libre
competencia, pero si hacemos un símil con el deporte, en toda competición todos
han de jugar con las mismas reglas y esto no se ha cumplido en este caso.
¿Han de ser las nuevas
reglas las impuestas desde China?¿Hemos de retroceder más de 100 años y perder
la jornada laboral de 8 horas? Cuidado, no soy agorero, ya hubo intentos de
variar esto en la Unión Europea tras el estallido de la crisis en 2008. Por eso
la lucha continúa, por esta razón los trabajadores han de estar unidos y
protestar, luchar e intentar acabar con los abusos y obtener unos derechos que
permitan una vida libre y digna sin la explotación por parte de los
privilegiados.
En uno de los muchos
círculos viciosos que encontramos en la historia, hoy merecen un recuerdo
especial las víctimas del derrumbe del edificio que alojaba fábricas de textil
en Bangladesh hace una semana. Trabajadores que realizan su labor en
condiciones muy deficitarias para la dignidad humana. Como también las sufrían
en ese mismo país las decenas de víctimas en un incendio de una fábrica también
de textil hace unos meses. Todavía queda mucho camino por andar, aún quedan muchos derechos por
reclamar. El pasado reciente cierra un círculo con el de hace casi exactamente un
siglo, cuando unas trabajadoras de una fábrica de camisas en Nueva York murieron
en un incendio, con las puertas de la fábrica cerradas para evitar protestas de
los movimientos obreros. Este hecho se conmemora todos los días de la mujer
trabajadora, actualmente día de la mujer, porque, en otro frente abierto, hoy
es el día del trabajador sin distinción de sexos y se exigen unos derechos para
todos los trabajadores.
Por esta multitud de
injusticias, atropellos y abusos, queda un camino por andar para romper estos
círculos perversos y poder vivir como seres humanos con dignidad. La lucha
continúa.
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