sábado, 26 de julio de 2014

La guerra: crueldad e injusticia sin fin

En verano, muchos afortunados podemos disfrutar de unas vacaciones en las que nos apetece relajarnos y olvidarnos de las preocupaciones diarias. Sin embargo, la actualidad no distingue los tiempos de evasión y nos está mostrando estos días dos casos de cruel realidad: la guerra en Gaza y las consecuencias del conflicto en Ucrania.
La guerra es sin lugar a dudas uno de los azotes de la humanidad. El origen animal del hombre no se puede desvincular de la naturaleza humana y la codicia y el sentimiento de territorialidad se unen al instinto de supervivencia para crear conflictos donde la sinrazón domina al hombre y aparece la brutalidad animal, tal vez sublimada hasta cotas insospechadas. El ser humano ha sido capaz de someter a la naturaleza y saber adaptarse al medio, ha aprendido las ventajas de vivir en sociedad y conforme madura intuye la inutilidad de la violencia. Sin embargo, tal vez como sociedad no hemos madurado lo suficiente o tal vez todavía la fuerza impide esta madurez imponiendo métodos crueles e injustos.
La muerte de cientos de palestinos en las últimas semanas, muchos de ellos civiles y niños, muestra la atroz injusticia de la guerra y la crueldad de algunas decisiones. Quizá no sea capaz de entender el  ojo por ojo tan enraizado en la cultura de oriente medio pero tengo la sensación de que se ha iniciado una espiral de violencia cuyo fin solo parece ser el exterminio. Netanyahu siempre ha vendido el discurso del miedo, ha sido implacable con el terrorismo palestino pero este ataque de fuerzas tan desequilibradas se parece cada vez más a una misión de destrucción sin sentido que solo lleva a la eliminación del otro, sin otra razón.
El otro conflicto es más reciente, tiene lugar en nuestro mismo continente pero, si bien las supuestas razones de su inicio son diferentes, las consecuencias son las mismas: muertes de inocentes. Una guerra iniciada por dominar un territorio, respaldada de manera sibilina por Rusia, ha mostrado su cara más cruel en un hecho tan absurdo como gratuito, el derribo de un avión de pasajeros, ajenos a todo este conflicto. No valen excusas, es más, resulta hiriente que se quiera justificar aludiendo a la obligación del otro bando de prohibir el paso de aviones en zona de conflicto ¿no es mucho más censurable que se dispare con tanta facilidad un misil contra un avión sin mínima comprobación de quien estaba dentro? Es difícilmente comprensible que se hayan llegados a múltiples acuerdos con un dirigente con tan poca ética democrática (incomprensible desde el punto de vista moral, muy evidente desde la codicia irracional del mercado económico mundial). En la anexión de Crimea asistí con verdadero pavor a la entrada de tanques rusos para defender a los ciudadanos de habla rusa que vivían en la región, era tan evidente el paralelismo con la entrada en los Sudetes de las tropas Nazis que me entristeció lo poco que aprende la humanidad de las crueles guerras. Putin dirige un país con un discurso de unidad nacional, orgullo patriótico tan anticuado como irracional, el discurso de la esperanza que le lleva a liderar un país donde se ha pasado del comunismo al más injusto capitalismo, donde algunos viven en un nivel de riqueza casi obsceno mientras que otros subsisten en la miseria, eso sí, las maneras autoritarias parecen mantenerse aunque se camuflen en una democracia.

Ante estos conflictos, ¿qué respuesta dan el resto de naciones? Se supone que la acción internacional mejor coordinada en estos casos la ejecuta la ONU. El Consejo de Seguridad decide sanciones económicas. La experiencia nos ha enseñado la inutilidad de esas decisiones. Además es vergonzoso que este organismo esté dominado por seis países con derecho a veto: Rusia, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y China. Es lamentable e insultante que estos mismos países sean los mayores productores de armas, que son a fin de cuentas las herramientas que causan los daños cuando se toman decisiones no acertadas, que no se controle el tráfico de armas y se permita que cualquier caudillo con dinero disponga de ellas. No nos olvidemos de otros hechos crueles, todos se lamentarán, pero ¿qué solución propone este Consejo de Seguridad viciado a la aparición de elementos destructivos como Boko Haram o ISIS? Me temo lo peor, la solución es su negocio. Ante la amenaza, exacerbar el miedo, así todos aceptarán que se compren más armas para defenderse aumentado sus ventas y el mal que se haga. La educación, la resolución negociada de los conflictos, el aislamiento de los elementos nocivos a la vida en común por encima de los intereses económicos y de la codicia de algunos, no parecen tener preponderancia en estos momentos. Tengamos esto en cuenta cuando elijamos a nuestros representantes, cuando al menos de momento, podamos protestar.

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