domingo, 5 de octubre de 2014

Salvar diferencias

Las diferencias en este mundo son necesarias. Fundamental para la supervivencia de la vida en la Tierra es la biodiversidad. Diferentes formas de pensar permiten la variabilidad de ideas que ofrece un abanico mayor de posibilidades y respuestas a los problemas que se puedan plantear. En resumen, las diferencias permiten una diversidad que enriquece y favorece el futuro de la sociedad. Sin embargo, hay otro tipo de diferencias que nada tienen que ver con la diversidad y sí con abismos que ponen en peligro la convivencia y por tanto, el  porvenir de la mayoría.
Hay distinciones que acentúan el egoísmo del que busca su único provecho, la injusticia y la desigualdad social. El gobierno decidió congelar el sueldo de los funcionarios para contener el gasto público (ya que gran parte de él se ha de destinar para pagar una deuda provocada fundamentalmente por el mayor gasto en prestaciones para el desempleo, el pago del rescate bancario y los despropósitos contables en algunas Comunidades Autónomas). Cuando se acompaña esta decisión con la de aumentar el sueldo a los altos funcionarios del Estado se ahonda en una diferencias. Se apoya de manera explícita una de las consecuencias de la crisis económica: las grandes fortunas aumentan más y los ingresos de la mayoría disminuyen (en unos porcentajes mucho mayores que el reparto del pago de impuestos). Un gobierno que así actúa no está buscando el beneficio de la mayoría de los componentes de la sociedad.
Otra diferencia que está alterando la convivencia en nuestra nación es el referéndum propuesto por el President Mas en Catalunya. No entraré en valorar el derecho de un pueblo a manifestar su opinión pues no creo que en las actuales circunstancias sea este el verdadero detonante de la polémica. El señor Mas ante las dificultades económicas producto de la crisis económica quiso variar el sistema de financiación para evitar parte del pago solidario que Cataluña, como región que crea más riqueza, aporta al Estado. Por un lado esto puede parecer legítimo pero por otro sería lo mismo que si los países más ricos de la UE, alteraran los acuerdos europeos de financiación y hubieran mirado para otro lado cuando los bancos españoles se encontraron con falta de liquidez. Desde el Gobierno de España se hizo caso omiso a esta reclamación, ni siquiera se negoció. La respuesta del Sr. Mas fue radicalizar su discurso y apelar a los sentimientos nacionalistas de Cataluña ahondando en la diferencia en perjuicio de la convivencia, mientras el Gobierno se enrocó en su propio nacionalismo de “una Grande y Libre” y ha estado escudándose en la Constitución para no iniciar ningún contacto que permita acercar posiciones y minimizar diferencias.
Así nos encontramos en una situación que abre una brecha cada vez más grande y que crea un abismo que será progresivamente más difícil de superar. ¿Qué esperan el Sr.Rajoy y el Sr.Mas para sentarse a negociar una solución real? ¿De verdad uno piensa que se han de acatar las órdenes de Madrid como ciudadanos sumisos y otro piensa que los ciudadanos catalanes se han de alzar contra el poder central? ¿No se dan cuenta de que si no se liman asperezas se  van a exacerbar las diferencias y se va a desembocar en un conflicto que puede generar violencia? ¿No hemos aprendido esa dura lección que España tuvo que vivir en el siglo XX?
Una vez más, un gobierno, cualquiera que sea su condición, que no favorezca la convivencia de personas con diferente forma de pensar, cultura, condición económica, lengua, etc., es un mal gobierno.


No hay comentarios:

Publicar un comentario