lunes, 4 de febrero de 2013

Aquí nadie dimite


Dimisión es una palabra que parece carecer de sentido para los políticos españoles. Hemos vivido diferentes escándalos de corrupción entre políticos de diversas tendencias, muchos de ellos han pasado por tribunales con mejor o peor suerte pero la respuesta inmediata siempre ha sido la excusa, las conspiraciones en la sombra y la acusación a los demás. El uso continuado de estos recursos retóricos, la falta de claridad y, sobre todo, la incapacidad de asumir responsabilidades nos pueden llevar primero a la estupefacción, luego a la indignación, y finalmente, lo más peligroso, al desaliento.
El último caso es la gota que colma el vaso. Un caso de cobros ilegales por parte de políticos que actualmente están en el poder, con el agravante de que han pedido repetidamente un esfuerzo a los ciudadanos a los que han recortado derechos fundamentales bajo la amenaza de la crisis económica. Un caso sangrante por su elevada organización, perfectamente gestionado por el que fue tesorero de su partido.
Hay que recordar esto entre tanta falsedad y juego de despistes. La secretaria general de ese partido se apresuró a declarar que "hace tiempo" que ese señor dejó de ser tesorero, en cuanto surgió el tema de la entrega de sobres. Habrá que explicar la relatividad del tiempo, ya que su dimisión fue en 2009, tres años no  creo que sea mucho tiempo, y que tras esa dimisión se defendió con contundencia la presunción de inocencia y la profesionalidad de esta persona durante su gestión. Pero parece ser que tres años resultan ahora una eternidad, ya no se defiende a esta persona con tanta contundencia y casi ha faltado su mención como alguien que "pasaba por ahí". Es un militante del partido con parte activa en su gestión, de hecho era quien llevaba sus cuentas.
Por eso, de la estupefacción provocada por los 22 millones de euros en cuentas en Suiza pasé a la indignación. No pueden desentenderse de esa manera de una persona que ahora resulta incómoda, no se puede pretender que creamos a quienes defendieron a esa persona y ahora no quieren saber nada de ella. Esa falta de credibilidad es la que nos puede llevar al desaliento. El presidente tarda un día entero en hacer declaraciones y se limita a un "es todo falso" (para eso espera un día entero) y un peor "La semana que viene mis declaraciones de la renta y de patrimonio estarán a disposición de todos los ciudadanos en la página web de La Moncloa". Todo un insulto a la inteligencia, no se puede demostrar que no se ha cobrado dinero en negro presentado la declaración de la renta (si aparece ya no es cobro en negro).
Tardía también me ha parecido la petición de dimisión por parte del señor Rubalcaba, mayor inteligencia política ha tenido el líder de Izquierda Unida. En mi opinión, la primera que tenía que haber salido de su puesto es Ana Mato, que persevera en el recurso de echar la culpa de  todo a su ex marido (como si fuese alguien ajeno a su persona). Los argumentos muestran su vacuidad de manera pasmosa y las estrategias de defensa son para ruborizarse. Un par de ejemplos ilustrativos:
El señor Carlos Floriano (vicesecretario de Organización del PP) pensó que la mejor defensa es un ataque y anunció que su "casa estaba limpia" e instó a Rubalcaba a comprobar si la suya lo estaba. No pude evitar imaginar a estos políticos de actual importancia como dos niños en el patio "Tu padre. No, el tuyo, más capullo y más zurullo". El fondo de estas declaraciones es el mismo.
La guinda a esta estrategia la puso el señor Esteban González Pons (digno alumno de la escuela Zaplana o "suelto una animalada y mi cara no se inmuta"). Declaró lo siguiente: "es el momento de la política grande, de todos unidos contra la crisis"(cinismo en toda regla, el PP se negó a cualquier medida en el gobierno anterior contra la crisis y lo tildó de títere de Europa). Además dijo: "se ha acabado la política del quítate tú que me pongo yo" (claro, es lo que han hecho ellos y ahora que han conseguido el poder, se cambian las reglas).
Pero todo esto, es caer en la trampa. No nos vamos porque sino vendrán otros peor. Que el presidente dimita, que se convoquen elecciones no es regalar el poder al PSOE, es dar la voz y la opinión a los ciudadanos.
Me causa el mayor desánimo el uso malicioso que se está haciendo de la democracia. El señor Pons también dijo "casi once millones de votos son legitimidad suficiente para seguir gobernando". En la línea de la declaración mesiánica del señor Rajoy el día anterior: "No me voy a encoger ni abandonar la tarea que los españoles me han encomendado". Sí, ganaron las elecciones, con mayoría absoluta, con un programa que no están cumpliendo, sin decir que iban a recortar en sanidad y educación, hablando de un plan de reformas estructurales milagrosas que iban a sacar de la crisis, que iban a acabar con el paro. Más de un año después la mentira es tan obvia que han perdido cualquier legitimidad y deberían dimitir, convocar elecciones y dejar que el pueblo, único que tiene la legitimidad en toda verdadera democracia, decida.

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