Ser optimista está en la
naturaleza humana. La mayoría lo somos. Es una estrategia de supervivencia, al
ser optimistas buscamos maneras de mejorar, descubrir cosas que permitirán un
futuro mejor. Sobre la naturaleza humana y cómo reaccionan las masas saben
mucho aquellos asesores bajo cuyo dictado se escriben muchos de los discursos
de los políticos y, en este inicio de año, esto ha quedado manifiesto de nuevo. El
presidente del Gobierno ha dicho que 2015 “será el año del despegue definitivo”.
Por supuesto, que eso es lo que deseamos
todos pero en año electoral hemos de saber distinguir muy bien entre los
anhelos y la realidad. Como llevamos escuchando año tras año el mismo cuento,
este año será mejor, el Presidente añade “Hace un año pronostiqué un 2014 mejor
y se ha cumplido con creces". La apostilla final “con creces” hace
que mi indignación sea mayor, ¿ha sido un año fabuloso?¿Para quién? Está claro que
los bancos han mejorado su situación y sus beneficios, no era de esperar otra
cosa tras recibir millones de euros que el resto de ciudadanos deberemos
devolver por ellos. ¿Era ese el objetivo cumplido con creces?
Este nuevo año es electoral por
partida doble y me temo que con seguridad habrá un bombardeo de manifestaciones
alabando lo maravillosa que es la situación en este país, sí tal cual, tan
fuera de la realidad. Además el ministro de Economía puso la guinda diciendo
que “se ha perdido el miedo a perder el puesto de trabajo”. Me extraña mucho
que esto se corresponda con una realidad en la que tener trabajo parece más un
privilegio que un derecho aunque tal vez se refiera a ese otro aspecto que es la
calidad del empleo generado. La temporalidad y los sueldos mermados tal vez hagan
que se pierda el miedo a perder tan poco.
Pero como yo también soy optimista, espero y deseo que estas personas
que tan poca confianza me inspiran por la irrealidad de sus declaraciones se
alejen del poder en este nuevo año. Mi anhelo es que unifiquen
la fecha de las elecciones autonómicas con las generales, no sólo para acelerar
ese proceso, sino para no tener que aguantar durante todo el año los artificios
verbales que quieren sembrar la confusión y atrapar al elector incauto. Cansado
quedé ya en el 2014 de tanto sinvergüenza revestido de supuesta respetabilidad.
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